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¡Hiéreme, sin temor! Que los dolores,
son muy amigos míos desde niño;
y mi pecho está lleno de cariño,
y en él no pueden anidar rencores.
Sé que te quieres ir, que mis amores,
te han llegado a aburrir, mas no te riño;
cansa el oro y también cansa el armiño,
hasta la vida cansa: no, no llores.
Es lógico tu adiós, la golondrina,
busca el Sol cuando el invierno llega,
y la abeja no besa flores secas.
Se van las aves cuando la encina,
pierde las ramas y ella no les ruega,
dice: ¡Adiós!, como yo, sin hacer muecas. |
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