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Triste suspiro que del alma sale
agobiado por la pena del dolor,
cruza el espacio y cuéntale mis males,
a Angélica, la dueña de mi amor,
cruza el espacio y cuéntale mis males,
a Angélica, la dueña de mi amor.
Dile que nadie, como yo, la adora,
que ha sido mi embeleso y mi pasión,
que humilde y triste su amor implora
mi pobre y angustiado corazón.
No hay mayor placer que navegar,
cuando contigo mi dulce bien,
juntos crucemos el ancho mar,
sentirá mi alma grata ilusión.
De tus encantos podré gozar,
el ancho espacio de inmenso tul,
muy pronto a mi alma retornará
y el horizonte de claro azul
color de rosa se tornará. |
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