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Dime ingrata palomita porqué huyes de esta mansión,
sabiendo que eres la dueña de mi amante corazón.
Tus miradas de desprecio me tienen acongojado.
No te burles palomita de este corazón amado.
Si tú vuelas por montes y prados, yo te seguiré.
A la sombra del árbol que anida, allí descansaré.
Y olvidando las penas del alma te convencerás
que sólo conmigo hay felicidad.
No llores paloma mía.
Lágrima de mis ojos, que me han hecho a mí brotar
ve y dile a mi paloma que no me haga sufrir más.
Si el destino quizo, a mi pecho incauto
le ha dado el motivo para quererte tanto.
Ven paloma mía a tu ser querido.
No seas ingrata y vuelve a tu nido.
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