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¡Silencio! dije al corazón un día,
y él, sumiso, al instante obedeció;
mas pasó el tiempo y el corazón decía
el por qué se calló.
Amar sin ser amado es osadía,
me dijo sentencioso el corazón.
Creer que la mujer amé algún día
es fruto de mi insánica visión.
No alcanza la miseria del humano
a ver más allá de la ilusión;
nace un afecto que al ser acariciado,
se tranforma en ardorosa pasión.
En la risa, en el mirar de la adorada,
en sus palabras de artística ficción,
se desliza el secreto que nos torna
en esclavos que mendigan
un engaño al corazón.
Y sedientas de placeres y de halagos,
en el mundo las mujeres
triunfan siempre en el amor.
Severa y grave la voz de la experiencia,
alguna vez domina al corazón
la que antes fue amable consejera
que en vano quiso hacer oír su voz.
Usando siempre el sufrimiento humano,
la realidad nos muestra el querer,
cruel y muy triste el sino es inhumano
¡Sufrir por el amor de una mujer! |
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