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A través de lo que cuentan adivino,
como a una niña bonita de pie fino,
la figura menudita y en el talle,
un despliegue de gracia y de lisura.
Como aromas de los huertos te envolvías,
y llena de su fragancia y su frescura,
encendías el camino, pues llevabas para alumbrarte,
estrellas de terciopelo.
Azafrán de Castilla, ajonjolí, romero santo,
ponías en el pecho alelí, nardos y encanto,
y al pasarte decían preguntando:
¿Qué tienes en el pecho que huele tanto?
Rumor de quitasueños y manantial brota en tu risa,
color de azucena y capulí dan tus colores,
y al entreabrir tu boca la sonrisa,
despliega el bicolor de mis amores. |
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