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Esta noche de amargura
quiero embriagarme de pena por una mujer.
Sirva mozo que aún me dura
el dolor que ha dejado en mi alma su falso querer.
No es que trate de olvidarla,
pues bebiendo cien noches enteras no la he de olvidar.
Mas no quiero castigarla,
pues con todo lo que hizo conmigo la sé perdonar.
Mas no quiero castigarla,
pues con todo lo que hizo conmigo la sé perdonar.
Aunque sé que después lloraré
por su ausencia, porque no la puedo olvidar.
Y me hallarán al despertar la mañana
debajo de su ventana
cantandole nuestro vals.
Mientras que adormecida en sus sueños
dirá que es el nuevo dueño
quien le ha venido a cantar.
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